miércoles, 16 de septiembre de 2009

CRONIQUILLA
EL DIA DEL JUICIO FINAL
Orlando Clavijo Torrado

Buscando un tema antiestrés – que alivie la preocupación de que el único enemigo de Chávez, visible y a la mano para atacar con sus poderosas armas no es sino Colombia, y pronto – barajé para escribir o sobre la aparición del primer avión en el campo y el susto de los labriegos, o acerca de la inauguración en Cúcuta de unos inodoros en una escuela, con himnos, corte de cinta e ingreso a los cubículos para probar el funcionamiento. Me incliné por el primer tema. Lo otro me pareció una cagada, en el casto sentido de la palabra.
José Antonio Peñaranda y Salomé Leal formaban una pareja ejemplar. Ambos procedían de Ábrego. Ella leía las Sagradas Escrituras con mucho garbo, y la gente se arremolinaba a su alrededor para oírla leer. El libro semejaba una jamuga – algo comparable a una enjalma – y estaba impreso en letra que parecía manuscrita. Doña Salomé pronosticaba que algún día los hombres volarían, pero no sabía explicarlo. Si ella lo decía, por algo sería, pues no todo el mundo sabía leer la Biblia.
Estos honrados esposos eran los padres de Antonia – que se casó con Eladio Peñaranda, de los que nacieron los sacerdotes Reyes de Jesús y Onofre Peñaranda Peñaranda -. Además, procrearon a Pastor, Daniel, Francisco, Blas y Elena Peñaranda Leal.
Don Victoriano Arias – otro abreguense establecido a principios de aquel siglo en la vereda - tenía por costumbre bajar al pueblo los domingos para asistir a la misa y comprar el mercado, en el que no faltaba el hueso carnudo, la carne de costilla, la tripa para el mute, el bofe, la pajarilla y la chinchurria. Un niño que vivía cerca era invitado especial al almuerzo allí en tales días. Contaba él unos siete años. ¡Con semejante mercado, no podía faltar por nada del mundo! Uno de aquellos domingos percibió en el firmamento una sonoridad que le pareció muy hermosa, como una música dulcísima. La esposa de don Victoriano, doña Chiquinquirá, que se encontraba en la cocina preparando un sancocho cuyo aroma se regaba hasta el camino real, abandonó el fogón y salió a explicar qué era aquel sonido: ni más ni menos que los ángeles del Señor que venían con sus trompetas a anunciar la “acabasón” del mundo. Por tanto, debían todos doblar las rodillas en tierra y ponerse a orar. Las bestias que dormitaban tranquilas enloquecieron, pues corrían sin rumbo, presas del pánico. Don Victoriano, el niño vecino y cuantos andaban por el ancho patio de cal, se arrodillaron y rezaron. A poco apareció el objeto que producía aquel rumor: muy alto surcó una figura alargada con destellos de plata, de nombre desconocido, y se perdió en el infinito. Jamás había cruzado los cielos de la vereda El Alto un avión. El vaticinio de doña Salomé Leal se estaba cumpliendo.
Coetáneamente, en San Calixto, los aires de la vereda Balsamina crujieron de modo espantoso. Y mientras las vacas, las mulas, los cerdos y las gallinas huían despavoridos, las mujeres gemían y los perros las miraban y también gemían, y los niños lloraban al ver llorar a sus mamás, Eliseo Ramírez – que no le temblaban los calzones por nada - se escondía en una zanja. Con los años, en la vereda supieron que aquel ruido no lo hacían Lucifer y todos sus demonios escapados de las llamas del infierno sino un aparato inventado en países lejanos llamado avión.
Eran los años 30 del siglo XX.

orlandoclavijot@hotmail.com

Cúcuta, 16 de septiembre de 2009.

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CERCA DE LAS ESTRELLAS

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50 años del Diario La Opinión

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Museo Antón García de Bonilla

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Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

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Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

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Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

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Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

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29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

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Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado