martes, 23 de octubre de 2012
PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA
EL PARO JUDICIAL
Orlando Clavijo Torrado
Hoy, en verdad, no son los tiempos de cuando escribí un artículo titulado Sangaput relativo a un requisito que se requería para ser nombrado juez. Igualmente, en aquella época para llegar a magistrado de tribunal de distrito judicial o del Tribunal Contencioso Administrativo eran indispensables la lambonería y las palancas ante los magistrados de la Corte Suprema o del Consejo de Estado. Propuse que se elevara a requisito constitucional el tener palanca pues aunque la Constitución no lo contemplara, sin palancas no había probabilidad de ascender a ciertos cargos. Nunca ha sido posible.
Las cosas han cambiado un poco, han mejorado, por el sistema de concursos, aunque aún quedan magistrados elegidos con los viejos vicios- repitámoslos, de lambonería y palancas -. No es un secreto que si bien para ser designado es menester concursar, la palanca o el padrino político siguen teniendo fuerza. De hecho, hay jueces, fiscales, secretarios y otros subalternos sabios, honrados y místicos en su labor, pero sin las conexiones que gozan del poder de ubicar a quien quieren en donde les plazca o lo necesitan.
Ahí precisamente radica la injusta disparidad de sueldos: alguien que siendo juez concursó para magistrado y por falta de palanca no pasó se queda ganando cinco millones de pesos, en tanto que quien sí la tenía escala, por ejemplo, a magistrado de tribunal, con 17 millones de pesos mensuales (los magistrados de las altas cortes deben de estar por los 25 o más millones de sueldo mensual, igual que el de un congresista). En punto de conocimiento jurídico el inferior puede superar al superior, y en cuanto al tiempo de servicio no hay duda que el subalterno ha gastado más vida que el dignatario, y pese a ello la disimilitud de sueldos es de tres veces del uno frente al otro.
Por ello el paro del Poder Judicial buscando la nivelación salarial es plenamente justa. Las altas cortes están obligadas a dar ejemplo de equidad y dignidad apoyándolo; atrincherarse en sus privilegios resulta mezquino.
La política, es innegable, hoy como ayer está incidiendo en los nombramientos de los cuadros de servidores de la rama judicial. Arriba menté el sangaput, que tanto significaba para lograr una elección de juez como la política misma. Sin embargo, tengo la impresión de que la fórmula condensada en la palabreja no es visible ahora. Voy a explicar en qué consistía: resulta que como el período de los jueces era de dos años, antes de vencerse los funcionarios debían pasar por cada uno de los despachos de los magistrados del tribunal para suplicarles la reelección. Pero esto no era suficiente: se acordaba por los jueces invitar a los magistrados, de a uno por uno o a veces en conjunto, a un restaurante de categoría y a una discoteca para que disfrutaran de las atenciones y el baile con preciosas damas casquivanas. Ese método degradante se conoció como el sangaput, o sancocho de gallina con putas.
Pero esto es historia, otra historia. Hoy el pulso entre el Ejecutivo y los funcionarios y empleados judiciales en paro es porque las distancias salariales tan enormes desaparezcan. “Prosperidad para todos” es el lema del gobierno de Juan Manuel Santos. Mientras existan esas abismales diferencias, obviamente la prosperidad no será para todos sino para unos pocos.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
22 de octubre de 2012.
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