miércoles, 31 de octubre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” EL JUEZ Y LA ZORRA Orlando Clavijo Torrado No se qué tanto sea conocido el incidente y la carta de una dama española al magistrado que sentó en una sentencia que decirle zorra a una mujer no era ninguna ofensa. Para mí todo ello es una novedad. Acabo de recibir el mensaje y considero que sería egoísmo de mi parte no compartir esta ricura de escrito, por lo que sin quitarle ni una coma lo transcribo tal cual, para que mis lectores no se priven de gozarlo. Me envía el texto una amiga venezolana a propósito de que un periodista de un canal de televisión adicto a Chávez llamó hijo de puta a Miguel H. Otero, director del prestigioso diario El Nacional, opositor del gobierno, expresión que una juez, por supuesto chavista, halló que no era injuriante ni difamatoria. Dice el antecedente que el jurista Juan del Olmo, quien fue juez de la Audiencia Nacional, dictó una providencia según la cual llamar “zorra” a una fémina no es delito ni nada, pues quien lo hace quiere significar que se trata de una mujer astuta y sagaz, cualidades que distinguen al conocido animalito. Disfruten y aprendan, amigos, con la carta de la indignada ciudadana. “Estimado Juez Del Olmo: Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta, como es habitual en Su Señoría. El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía-abuela Felícitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos: Esta mañana mi tía-abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de la cosecha de usted, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua española, mi querida tía-abuela, mujer locuaz donde las haya, ha saludado al cafre con un jovial “¡Que te den, cabrito!”. Y el tío reaccionó como una hidra, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de la tía-abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos, y que, en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad. El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos – que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples acepciones se refería-, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos –que no son otros que los suyos de usted-y a los de la tía-abuela, que le despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia donde soplaba el viento. Como tengo la esperanza de que la denuncia que, sin duda, está intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil- llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno - expresado con la intención de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador –de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una mujer es asumible, siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta. Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en Su señoría son recursos aprovechables— y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino, y otros carroñeros como él – dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca – entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía –abuela Felícitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable. Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies) que le pide que salude a las zorras de su esposa y su madre. Engracia Quiñones P.” orlandoclavijotorrado,blogspot.com 29 de octubre de 2012.

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CERCA DE LAS ESTRELLAS

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50 años del Diario La Opinión

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cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

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Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

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Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

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Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

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NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

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COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

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COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

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Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

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29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

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Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado