PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”
LENGUAJE CAMPESINO
Orlando Clavijo Torrado
Voy a contar primero el gracejo que me hizo recordar una parla muy sabrosa nacida y cultivada en los helechales, en el rastrojo, en el ambiente puro de la naturaleza.
El chiste dice que ya estaba saliendo de Ábrego con rumbo a Ocaña cierto paisano en su carro cuando se le acercó un amigo y le pidió:
- ¿Será que me podés hacer el favor de traerme un champú Head & Shoulders pa mi mujer? El otro le respondió sin vacilar:
- Pues yo con mucho gusto te haría el favor, pero lo arrecho es la dicía.
El habla pueblerina es rica y expresiva en su misma ingenua espontaneidad.
A su vez, el lenguaje campesino es colorido, rebuscado, pero con aquel rebusque ingenioso que los científicos no logran descifrar y sujetar a reglas, y, por ello mismo, creativo, a la par que rescatador de voquibles que poco se oyen.
Veamos de ejemplo estos términos utilizados por una labriega de la vereda El Hoyo, de Ábrego, para disculparse por haber llegado tarde a casa de Clara Acosta:
- No pude venir antes porque me dio una conduerma y como una pesantina con escarmonía. Para colmo, me atoché en el camino.
- ¿Y qué pasó con las mazorcas que me había prometido? – le preguntó Clara.
- Tampoco pude traérselas porque estaban juches.
Examinemos el significado de palabras tan raras: conduerma, evoca el sueño; efectivamente, el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua lo trae como un venezolanismo con el sentido de sueño pesado, modorra. Pesantina suena a pesadez, y ello significa. En cuanto a atocharse ha de saberse que los campesinos lo usan por atollarse. Por juche se entiende biche, tierno, no estar el fruto maduro o también malogrado. Pero nos quedamos lelos con escarmonía. Suponemos que se trata de una enfermedad pues a la mujer le dio pesantina con escarmonía y de pronto es de cuidado, o, sea lo que sea, una maluquera, una cosa fea.
Y a propósito, cuentan de la misma labriega que fue al médico y empezó la consulta quejándose de que tenía una cosa muy fea.
- Explíqueme bien - le dijo el galeno.
- Pues vea, dotor: la leche la gomito, el pan me jiede, el plátano no me entra y los güevos medio así.
El médico, muy profesional por cierto, no se rió de las ocurrencias de su paciente y por el contrario se mostró preocupado.
Más gráfica no podía ser; cualquiera comprende que la campesina pasaba por un momento grave.
Según los lexicólogos, en el lenguaje común hay un fenómeno de pronunciación – que tiene nombre propio en tal ciencia - de cambiar unas letras por otras, por ejemplo la “h” por la “j” y la “g” , como jeder por heder, juyir por huir, güevo por huevo, “güeso” por “hueso”, la “w” también por la “g” como en güisky por whisky, y la “v” por la “g” como en el caso de gomitar en lugar de vomitar. Pero atiéndase que en el último Diccionario la Academia aceptó voces que se tomaban por incultas o propias del dialecto de los niños como “estógamo” por “estómago”. El idioma es vivo, dinámico, en constante evolución, como todas las cosas del mundo.
Volviendo a nuestra protagonista concluyamos que las expresiones de la gente montaraz, vale repetirlo, son naturales, no escogidas, con las palabras elementales y el uso de los verbos en su significado prístino, sin malicia; la malicia la ponemos los de la ciudad.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
2 de febrero de 2012.
lunes, 6 de febrero de 2012
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- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
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