CRONIQUILLA - EL FIN DEL MUNDO

CRONIQUILLA
EL FIN DEL MUNDO
Orlando Clavijo Torrado
Con B. R. hablamos de todo, de lo divino y lo humano. Ella y su familia son desplazados. La guerrilla les invadió su finca en la vereda “La Quina”. Llamando al pan pan y al vino vino, recalca: Ningún actor armado del conflicto, sino la guerrilla. Su padre, E. R., de unos pocos centímetros más de estatura que ella. Bajaba de la finca al pueblo echando plomo por el camino. Siendo un jovencito, al ser expulsado a trompadas y puntapiés de una fiesta por el dueño de casa debido a que había bailado con su hija varias piezas, cuando lo creían muerto logró sacar de la pretina un pequeño puñal y clavárselo al otro que encima de él no cesaba de golpearlo. Don E., siendo inspector de policía, a pesar de lo chiquito fue el único que tuvo cojones para conducir a la cárcel municipal de San Calixto a los más “arrechos” (temibles) del contorno.
Un día abordé con la bien amiga, muy querida y cercana a mi hogar, la inteligente y perspicaz B. un tema tétrico: cuándo se terminará este valle de lágrimas. Yo aduzco que el derretimiento de los glaciares, los cambios de clima, los tsunamis, el relajamiento moral, la corrupción en el gobierno, el abandono de algunas tradiciones como la buena educación, el respeto y los modales personales, todo junto indica que virtualmente llegamos al final de los tiempos. Ella dice que cuándo se había visto un presidente negro en los Estados Unidos. Afirma que en la Biblia está escrito un acontecimiento tal como una señal de que el mundo pronto desaparecerá, además de la proliferación de enfermedades raras como el sida y ahora la gripa AH1N1. Con sonrisa picarona aclara que cogieron de marranos a los pobres cerdos para llamarla gripa porcina. Por mi parte sostengo que lo de menos es el color de la piel de Obama sino que veo peligro en su excesiva tolerancia y liberalismo que pueden poner en riesgo la paz mundial. B. habla de frente y usando bastante picante: usted lo que teme es que se las deje pulsear, como nunca lo permitió mi papá. ¡Hombre! ¿Cómo vamos a negar que el mundo está próximo a acabarse si observamos la clase de gente que lo está gobernando? Sin mirar para adentro, miremos hacia afuera: fanáticos en Irán y Corea del Norte, prontos a desatar la tercera guerra mundial sin importarles un comino, un indio resentido en Bolivia, un borracho con cara de camionero en Nicaragua, un loco en Venezuela, y un mediocre en Ecuador. El tercer secreto de Fátima también habla del fin del mundo, al que nos acercamos, concluye B. ¡Que Dios nos coja confesados!
Nota: en la anterior Croniquilla “El almotacén y los dictadores” faltaron estas líneas: “Pues bien: debí repasar los orígenes de nuestra lengua al leer la siguiente información en la página judicial de La Opinión: “Pamplona. Una riña recíproca, que tuvo como carburante el alcohol, dejó como saldo un vendedor ambulante muerto, en el populoso sector de La Amostacén de Pamplona”. Y el cuento de La Amostacén se repite frecuentemente. El corresponsal, sin indagación alguna, pone como nombre propio el sitio y le da género, femenino”.

orlandoclavijotorrado.blogspot.com


Cúcuta, 14 de julio de 2009.