Para el semanario “La Provincia de Ocaña”
BIEN DATIADO
Por Orlando Clavijo Torrado
Por Orlando Clavijo Torrado
Muy juicioso tomé posesión de mi primer cargo público, como juez promiscuo del circuito de Ocaña. En aquellos años mandaban en el mercado abogadil los doctores Edgar Franco Pallares, Santiago Rizo Lobo, Luís Noguera Pérez, Fernel Arenas Gerardino, Carlos Lemus, Sanin Mena, entre otros. El Tribunal Superior lo componían Urbano Pérez Sepúlveda, Jorge Enrique Sánchez García, Joaquín Mansilla Chaustre y Edilberto Monsalvo. Fungía de Procurador Provincial Rafael Sarmiento Figueroa.
Por supuesto, me integré y me integraron al club de juristas, que no rebajaba los fines de semana bebeta con “picada” o sancocho de ave de corto vuelo; los pasapalos eran rebanadas de mango biche. Pero, en honor a la verdad, hay que decir que los asociados tampoco perdían la misa dominical de las 9 de la mañana oficiada por monseñor José Francisco Rodríguez Salazar, de quien había recibido yo la primera comunión.
¿Eran tan devotos los abogados litigantes, los magistrados y los jueces? Bueno: alguien echó a correr la bola de que el interés por la misa dominical se debía a que el señor cura de la catedral estaba excelentemente informado respecto a lugares non sanctos, con pelos y señales. Aclaremos: los veedores de la moral pública – o quizá veedoras – se ocupaban de llevarle al presbítero Rodríguez los chismes sobre apertura de salones para caballeros atendidos por damas facilongas, y monseñor, en su sacro celo por la virtud, destinaba buena parte de su homilía para increpar esos avances de la inmoralidad en la casta ciudad. “¡No es posible – tronaba desde el púlpito – que en la calle tal con carrera tal, número tal y pascual, esté funcionando desde el miércoles pasado una casa de citas!” El siguiente domingo el prelado “informaba” que a la salida para Ábrego o para Río de Oro habían instalado otro burdel, en fin, por lo regular el párroco, como se dice hoy, vivía bien datiado sobre el particular.
No sé si sería verdad o mentira, pero comentaban entre los mismos colegas que en pleno sermón unos sacaban disimuladamente una libretita, alegando que no querían perderse ninguna de las sabias enseñanzas del predicador. “Ya voy, Toño”, le replicaban, “¿acaso no te vi anotando la última dirección de las putiérrez que el padre dio?”
orlandoclavijot@hotmail.com
Cúcuta, 24 de julio de 2007.
Por supuesto, me integré y me integraron al club de juristas, que no rebajaba los fines de semana bebeta con “picada” o sancocho de ave de corto vuelo; los pasapalos eran rebanadas de mango biche. Pero, en honor a la verdad, hay que decir que los asociados tampoco perdían la misa dominical de las 9 de la mañana oficiada por monseñor José Francisco Rodríguez Salazar, de quien había recibido yo la primera comunión.
¿Eran tan devotos los abogados litigantes, los magistrados y los jueces? Bueno: alguien echó a correr la bola de que el interés por la misa dominical se debía a que el señor cura de la catedral estaba excelentemente informado respecto a lugares non sanctos, con pelos y señales. Aclaremos: los veedores de la moral pública – o quizá veedoras – se ocupaban de llevarle al presbítero Rodríguez los chismes sobre apertura de salones para caballeros atendidos por damas facilongas, y monseñor, en su sacro celo por la virtud, destinaba buena parte de su homilía para increpar esos avances de la inmoralidad en la casta ciudad. “¡No es posible – tronaba desde el púlpito – que en la calle tal con carrera tal, número tal y pascual, esté funcionando desde el miércoles pasado una casa de citas!” El siguiente domingo el prelado “informaba” que a la salida para Ábrego o para Río de Oro habían instalado otro burdel, en fin, por lo regular el párroco, como se dice hoy, vivía bien datiado sobre el particular.
No sé si sería verdad o mentira, pero comentaban entre los mismos colegas que en pleno sermón unos sacaban disimuladamente una libretita, alegando que no querían perderse ninguna de las sabias enseñanzas del predicador. “Ya voy, Toño”, le replicaban, “¿acaso no te vi anotando la última dirección de las putiérrez que el padre dio?”
orlandoclavijot@hotmail.com
Cúcuta, 24 de julio de 2007.
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